A
veces siento que mi día es un pangrama de emociones. De golpe tengo todas las
emociones de un jalón. Cuando eso sucede lo mejor es no tener nada en mente,
porque no sabes a donde puede llevarte la intensidad del día. En mi caso si no
es un bar, es una cafetería. Con mi suerte, el bar estará lleno y el café con
fila de espera. Todas las situaciones están contenidas dentro de mi bebida. Las palabras
que vas hilando en medio de la conversación, se remojan un poco antes de llegar
a mí.
Cuando digo que me voy, realmente me quedo.
Y cuando me quedo, realmente
me jodí.
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