Soy un vestigio de la sociedad. Un rechazo, una negación inminente.
Al menos esta noche es válido. No soy el reflejo de tu estupefacción. Soy el
reflejo de algo más inherente al ambiente. Podría ser que todos somos una alucinación
colectiva de esta ciudad que nos corrompe. Creo firmemente que en el
corromperse esta la libertad, de algún modo luchas violentamente contra ti. Contra
esta imagen auto-impuesta. Dentro del corromperse esta la sensación de vacío,
que viene después del acto. Esta aura de no remordimiento, pues cada cual es
responsable de sus actos. He de afrontar lo que me suceda, y que siga la vida.
Así despido a mis 23 años.
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